César Láinez: "En la calle la gente te quiere y te aprecia"
- Blanca Valero
- 16 abr 2018
- 7 Min. de lectura

Como no podía ser de otra manera, César Láinez apareció en la entrevista con el escudo del club de su ciudad en el corazón, aquel equipo maño que tanta felicidad le ha proporcionado a lo largo de sus años como aficionado, jugador y entrenador. Actual entrenador del Deportivo Aragón de la Segunda División B, equipo filial del Real Zaragoza, Láinez se presenta después de entrenar a su equipo en una semana más que optimista, después de solo ganar un partido en lo que va de temporada, el Deportivo Aragón, último clasificado de la tabla, ha encadenado dos jornadas consecutivas ganando. Láinez se mostraba orgulloso de la última victoria por derrotar al Ontinyent en su campo por 5-0, el mismo número de goles que el equipo valenciano había concedido en su portería en lo que lleva de temporada.
El jefe de prensa del club nos concede una sala para poder realizar la entrevista tranquilamente. El suelo de la habitación está cubierto por césped artificial que simula un campo de fútbol, lo que me hace pensar en lo difícil que es para Láinez desconectar de aquello que ha ocupado su vida desde que a los 6 años decidió entrenar para llegar a ser portero. ¿Algo raro, no? Todos los niños sueñan con meter goles, no pararlos, entre risas comentaba que siempre le gustó esa posición, no sabía si porque eran diferentes a los demás, vestían diferente o tenían más responsabilidad, pero “nunca me planteé otra posición y decidí bien”. No podría estar más de acuerdo con él.
Comenzamos hablando sobre la actualidad del filial, situado en el grupo 3 de la Segunda División B, el grupo más complicado según el entrenador tanto por la igualdad de los equipos como por la calidad de los jugadores o de equipos con mucho nivel como el Real Club Deportivo Mallorca o el Elche Club de Fútbol. El equipo sabía que les iba a costar mucho, pero no se esperaban encontrarse tan abajo y cree que los chicos merecieron más en algún partido. Admite que han pagado la inexperiencia o las lesiones, pero que “no bajan los brazos” y que entrenan con la intención de querer vivir del fútbol, que esta situación difícil les va a servir para forjarse como futbolistas y llegar al primer equipo, objetivo del filial. “Una cosa contrae la otra” comenta sobre mi pregunta de si los jugadores tienen más ganas de ganar con el filial o alcanzar al primer equipo. Los jugadores saben que si rinden a un buen nivel tienen las puertas abiertas y ejemplifica a cuatro o cinco jugadores asentados en la actualidad en el Real Zaragoza y que hace dos años jugaban en Tercera División. Sabe que los resultados no demuestran que estén rindiendo al nivel que quería, pero está satisfecho con el rendimiento individual de la plantilla y refuerza la idea de que todos quieren ganar y estar arriba, pero que no serviría de nada tener una plantilla más mayor que la del primer equipo porque el objetivo del filial es el proceso de formación y se ve reflejado en la edad media de la plantilla de unos 19-20 años.
Hablando de su experiencia como entrenador, le menciono su etapa como entrenador del Real Zaragoza durante las últimas jornadas de la temporada 2016/2017. La situación del equipo era insostenible, destituidos dos entrenadores en una misma temporada y con la necesidad de conseguir 15 puntos si no querían descender a Segunda División B, el club decidió confiar en Láinez para conseguir la salvación y mantenerse en Segunda. Se encontraba en una situación en la que podía verse como héroe o verdugo del equipo y decidió aceptar el reto. Antes de la última jornada el Real Zaragoza ya había conseguido la salvación y, en la actualidad, equipos que se encontraban por encima del club aragonés a mitad de temporada, están compitiendo contra Láinez en la Segunda B por haber descendido de categoría. Califica la experiencia de muy enriquecedora y agradece “poder ayudar al equipo al que siempre he pertenecido”, así como un comentario acerca del futuro que deja entrever su complicidad a entrenar de nuevo al equipo.
“En lo personal fue muy enriquecedor poder
ayudar al equipo al que siempre he pertenecido”

César Láinez recordando su etapa como entrenador en rueda de prensa - Blanca Valero
[endif]--Resalta el cambio que hay de ser jugador a entrenador, intenta transmitir sus ideas y sus conceptos al grupo, pero al final el que marca o falla es el jugador, puede estar en sus manos durante la semana, pero esos 90 minutos son los importantes y para él es difícil de asimilar. Aun así, siempre se exige más y en estos momentos la exigencia del filial le dice que sus jugadores tienen que entender el fútbol, la exigencia profesional y lo que es La Romareda para que en tres años puedan jugar con el primer equipo.
“Nunca me he propuesto retos muy inalcanzables, si alguien me hubiera dicho que con 39 años estaría entrenando al primer equipo me hubiera reído de él”. Láinez es uno de los porteros más queridos por el zaragocismo y así se lo han demostrado en más de una ocasión.
Láinez comenzó a entrenar con las categorías inferiores del Real Zaragoza cuando tenía 11 años, un año menos del reglamentario, pero como dio el “estirón” muy joven, siempre fue un año menor que el resto de sus compañeros. Paso a paso fue escalando y salvando las lesiones que tuvo desde muy joven. Además, la confianza que siempre tuvo el club en él le hicieron compartir vestuario con la plantilla ganadora de la Recopa “hice mi primera pretemporada con jugadores como Pardeza, Aragón, Esnáider o Nayim cuando cuatro meses estaba bañándome en la Plaza de España celebrando la victoria”, confiesa que fue algo chocante, pero que después ya se trataban como uno más. La Recopa de 1995 es uno de los momentos más recordados por los blanquillos, según el guardameta no fue solo por el título, sin por su consecución de manera muy alegre y dinámica en la que acompañaron los resultados.
Sin poder disfrutar de minutos en el equipo, ya que Juanmi, en esos momentos internacional con la Selección Española, estaba haciendo una temporada magnífica, decidió aprovechar la ocasión que se le presentó de jugar en Villarreal. Su primer partido fue contra el Celta de Vigo un día después de su llegada a la ciudad valenciana y le sirvió para disputar dos partidos más en Primera División y encontrar los minutos para demostrar su calidad porque “en aquella época al jugador joven de la casa le costaba asentarse porque había dinero, muchos fichajes y capacidad del mercado”. Tras esta temporada, Chechu Rojo, míster del Real Zaragoza, decidió incorporarlo de nuevo a su plantilla.
A partir de ahí se produce la consolidación de su carrera deportiva con la consecución de las últimas dos Copas del Rey y la última Supercopa de España conseguidas por el club. Titular en ambas finales de copa, admite que no se ha sentido realmente orgulloso hasta que se retiró, porque en la primera final en Sevilla contra el Celta de Vigo era un chico de 22 años que solo pensaba que hasta hacía poco era él el que estaba en la grada viendo finales con su padre o con su abuelo y en esos momentos “se veía un poco grande todo”. La segunda final en Montjuic contra el Real Madrid tampoco fue una gesta fácil de hacer. Era la primera vez que se formaba un equipo “a golpe de talonario” con jugadores de tanta calidad como fueron en su época los galácticos, mientras que el Real Zaragoza venía de Segunda con un bloque muy joven, pero con muchas ganas. Jugadores como Sávio, Villa o Milito se adaptaron muy bien al equipo y, con la expulsión de Cani en la final, las cosas no parecían que fueran a mejor. Finalmente, Láinez consiguió levantar la Copa al ganar en la prórroga por 3-2. Humilde, como cuando su equipo ganó a uno de los más grandes, resumía la victoria así: “Confío más en los grupos que en piezas incorporadas”.

César Láinez en una de las porterías de la Ciudad Deportiva del Real Zaragoza - Blanca Valero
[endif]--Finalmente llegó lo que era la crónica de una muerte anunciada, en 2005 el guardameta decide retirarse por la gravedad de sus lesiones, que no le permitían ayudar al grupo todo lo que a él le hubiera gustado. Admite que fue duro despedirse de aquello que dedicaba las 24 horas de sus días, pero que ya sabía que llegaba con “fecha de caducidad”. Los zaragocistas no iban a dejar que Láinez se fuera con las manos vacías y ese mismo año recibió la máxima distinción del club, la insignia de oro y brillantes, y fue pregonero de las Fiestas del Pilar en un acto más que multitudinario en el que cifras aproximadas hablan de 300.000 personas. Sonriente recordaba la emoción de su hijo por poder subir al balcón de la Plaza del Pilar con él y añadía que “en la calle la gente te quiere y te aprecia y eso es más grande que cualquier reconocimiento a nivel de club”.
Una vez retirado, Láinez quiso desvincularse del fútbol y disfrutar de su familia y sus hijos, de los que habla con una sonrisa en la cara. Poco le costó volver a vivir su profesión, cinco meses después, gracias a la apertura de Aragón Radio y Aragón TV, comenzó a comentar los partidos de los que hace seis meses eran sus compañeros, algo que no fue nada fácil para él y que le sirvió para volver a encontrarse con el fútbol, esta vez de entrenador.
No pude resistirme a preguntarle sobre sus mejores recuerdos como jugador, ya que como me demostró durante toda la entrevista, él nunca se imaginó todos los reconocimientos conseguidos y su carácter lo reiteraba, ahora como entrenador sigue esforzándose día a día para conseguir hoy los mejores resultados, sin importar que se podría conseguir mañana. Lo más importante de sus declaraciones fue la desigualdad que cree que existe en la actualidad en el fútbol de Primera porque “se llega a resultados que se dan en partidos de niños” y antes podías enfrentarte de tú a tú tanto como con el primero como en el recién ascendido. Destaca ante todos a la plantilla compuesta por Yameli, Soriano o Generelo porque con ellos vivió penas, el descenso a Segunda, y alegrías, como el regreso a Primera, pero agradece la suerte de haber compartido vestuario con tantos jugadores.
Al finalizar la entrevista, el guardameta se ofrece a llevarme a los campos de entrenamiento de la Ciudad Deportiva para realizar unas cuantas fotografías y, como no podía ser de otra manera, le fotografío bajo palos, con el escudo del club de su ciudad en el corazón.
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